SOBRE NOSOTROS:

Este espacio pretende aglutinar todo tipo de articulos de diversas fuentes y autores,de tipo cientifico o filosofico con el firme objetivo de potenciar el estudio y enseñanza de la herencia ancestral Española. Con este proyecto, pretendemos que el mundo recuerde que hay un origen de la nación Española mucho antes de 1492, que tenemos una tradicción y una herencia ancestral, hasta ahora poco estudiada y desconocida para el publico general.
Iberia fue posiblemente la cuna de la humanidad, la mitica Atlantida esta hundida en alguno de los mares que rodean la mas occidental de las naciones Europeas. El pueblo Celtibero por tanto es descendiente directo de los Atlantes, portadores de los valores Hiperboreos que alumbraron a las antiguas civilizaciones...

"Atlantes alcanzan las costas de Iberia y de ahí, como curetes, iberos, se lanzan por europa, regresando posteriormente como celtas. Un viaje de eterno retorno un girar sobre si mismo, un svástiva y un laberinto"

lunes, 20 de febrero de 2012

LA FALCATA IBERICA

...El término 'falcata', aunque deriva del latín ('falcatus ensis') es una recreación moderna, del s. XVIII. No sabemos cómo se llamaba la falcata en ibero. Los romanos usaban voces griegas adaptadas, machaera o copis, más frecuentemente la primera.
Macahera deriva de machaira, que es voz empleada tanto para cuchillo de cocina, cuchillo de sacrificio, espada curva e incluso cualquier espada recta usada de forma tajante, como la espada de La Tène (Polibio, por ejemplo). Esto no facilita las cosas. Copis deriva de kopis, que es un término más técnico para espada curva usado por autores como Jenofonte.
El estudio más detallado sobre las voces es todavía (aunque anticuado en un detalle,  ya que la aparición de la voz falcata es del XVIII y no del XIX) F. Quesada Sanz, "Máchairakopís, falcata" in Homenaje a Francisco Torrent, Madrid, ediciones clásicas, 1994, pp. 75-94.


La falcata ibérica. (articulo, breve y sintético, sobre su origen y características)


Esta mortífera y elegante espada se ha convertido hoy -quizá exageradamente- en el arma emblemática de los antiguos hispanos.

"ó Recuerdas, César, aquella ocasión en la campaña de Hispania?. Te habías torcido el tobillo, no podías andar, y estabas sediento. Uno de tus soldados recogió agua en su casco y te la trajo... tú crees que podrías recordar perfectamente a aquel hombre que te ayudó. Y sin embargo no me reconoces, porque en aquel entonces yo era todavía un hombre completo; después, en la batalla de Munda, perdí un ojo y parte de los huesos de mi cabeza... Tampoco reconocerías el casco que llevaba, porque una falcata hispana lo partió por la mitad". 

 Más o menos así describe Séneca (De Beneficiis, Vla anécdota narrada durante un juicio por un veterano mutilado que consiguió de este modo la benevolencia de Julio César. Independientemente de que la historia sea cierta o no, refleja el respeto que los romanos sentían por un arma terrible: la falcata ibérica.
Sin embargo, la 'falcata ibérica' es quizá el arma más conocida de la antigüedad hispana, debido a su peculiar forma y decoración, a la frecuencia con que aparece representada en esculturas o exvotos, y a que se conocen más de seiscientos ejemplares repartidos por Museos y colecciones de todo el mundo, procedentes casi siempre de tumbas. [...]
Se trata de una espada en forma de sable, de hoja ancha, curva y asimétrica. Las apariencias engañan, sin embargo, porque la falcata cuenta con un doble filo en la zona de la punta; es por tanto una espada pesada y capaz de asestar terribles golpes tanto tajantes como punzantes, estos últimos mucho más peligrosos. Su pequeño tamaño -pocas falcatas tienen una hoja mayor de 55 cm.- hacen de ella un arma especialmente apropiada para infantes, menos para jinetes.
La falcata se fabricaba con tres láminas de hierro soldadas a la calda entre sí. Pese a las entusiásticas tradiciones literarias romanas sobre la calidad del hierro hispano, lo cierto es que los todavía escasos análisis metalográficos realizados en la actualidad muestran una tecnología relativamente pobre, y ni siquiera está claro que se añadiera de manera consciente carbono al filo para acerarlo. Unas profundas y elegantes acanaladuras aligeraban el peso de la hoja, al tiempo que la embellecían; es un mito la idea de que se practicaban para agravar las heridas causadas por este tipo de espadas. La lámina central de las tres que componen la espada se prolonga en una delgada lengüeta que forma el alma de la empuñadura, recubierta con unas casi siempre perdidas cachas de madera o hueso. Vuelta sobre sí misma para proteger la mano, la empuñadura adoptaba la forma de una cabeza de caballo o de ave, y un remache a menudo dorado figuraba el ojo del animal, dotado probablemente de un carácter protector además de ornamental. A menudo las falcatas se decoraron con ricos damasquinados en hilo de plata, figurando motivos geométricos, vegetales, animales e incluso representaciones de cabezas humanas e inscripciones en lengua ibérica. [...]

 Este tipo de arma tiene un remoto origen mediterráneo, que se ubica probablemente en las costas balcánicas que bañan el Adriático, y desde allí se extendió hacia Italia, donde tuvo mucho éxito, y hacia Grecia, donde, bajo el nombre de machaira, fue utilizada como símbolo de las armas de los pueblos bárbaros, persas y amazonas. Fue de Italia desde donde la machaira llegó a los Iberos, quienes modificaron sustancialmente el prototipo oroginal (mucho más largo y curvo, y sin doble filo), dentro de la conocida vitalidad propia de la receptiva Cultura Ibérica.





Las primeras falcatas se datan a mediados del s. V a.C., y perduraron por lo menos hasta finales del s. I a.C. Aunque hay algunas piezas procedentes de otras regiones, la inmensa mayoría se han hallado en la Alta Andalucía y el Sureste: no es pues un arma característica de los antiguos hispanos en sentido general, sino sobre todo de los antiguos bastetanos y contestanos. No deja por ello de ser curioso la forma en que se ha mitificado en época moderna, convirtiéndose en una suerte de símbolo nacional de los antiguos Iberos , y en icono empleado en la iconografía decimonónica como un inexistente indicador de 'iberismo'. [...]



( F. Quesada en La Aventura de la Historia 3, Enero 1999, pp. 82-83. )

1 comentario:

  1. las mejores armas blancas de la antiguedad eran de procedencia cartaginesa y todas las demas eran una porqueria salvo las de grecia

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